La ciudad. Otras luces


30 de diciembre


Lámparas de aceite en los Huertos de Miraflores. Fotografía: Cristo Ramirez

No quería dejar terminar el año sin al menos recoger en el blog la última colaboración con Nomad Garden. Esta vez, fuera del Alcázar, implicando a más personas y en espacios alejados del centro turístico de la ciudad de Sevilla. Se ha trabajado con sus habitantes, personas que se han ocupado y se ocupan desde sus barrios de que la ciudad sea un espacio más amable para vivir.

Algunas personas y lugares lo hacen desde hace ya unos 30 años. Por ejemplo, en Miraflores y sus Huertas. Sergio R. y Salas M. lo explican, junto con otros participantes de la iniciativa, en este video:




Un total de 6 lugares diferentes de la ciudad, para muchas personas de la propia Sevilla realmente desconocidos, con la intención de elaborar 6 proyectos también diferentes de iluminación, participativa y creativa, han conformado Lucesdebarrio. Lo mejor es que la propia población de los barrios pudo implicarse activamente en los proyectos, que las personas se llenaron de ilusión; "no veía el barrio así de alegre desde que era pequeño"; "esto hacía falta", son frases que oyó comentar Fran P., de Nomad Garden, en una emocionada barrida de La Oliva, un proyecto por lo demás que funcionó genial por su continuidad: alguien más allá de Despeñaperros recogió las semillas nómadas que lanzaron al vuelo con globos desde este barrio -ver la historia en detalle aquí- que es un ejemplo de conservación del medioambiente a nivel vecinal, con un fantástico vivero que reúne una diversidad de especies botánicas mayor que el céntrico Parque de María Luisa.

Los barrios se configuran así como lugares que durante todo el año dan luz con sus actividades a la ciudad, por qué no entonces, ponerlos en valor, darles luz a ellos. La Oliva y Miraflores, sí, pero también las redes de Amate, las nubes de San Julián, las puertas abiertas de San Jerónimo y las telas iluminadas de las costureras de El Carmen han dado a la ciudad no solo un aspecto original sino que esto ha sido posible gracias a la colaboración ciudadana. Os invito a explorar la web. Las fiestas han transcurrido aquí de manera gratificante con la gente creando en lugar de solo consumiendo. Eso que se habla a veces de interactuar con el espacio...

Lucesdebarrio ha sido pues un reconocimiento a la labor de colectivos ciudadanos y barrios tradicionalmente desatendidos por la administración central. Por ello el proyecto debe ser también una invitación, a que la iniciativa no se quede en la foto oficial, que siga de alguna manera esa luz. Viene al caso decir, que sea como una semilla, como las que salieron flotando de La Oliva para llegar a otros lugares y ser recogidas para que la historia continúe.

Reconocimiento e invitación, agradecimiento y deseo. Las luces tenues, la música, la sorpresa de ver convertirse lo cotidiano en algo mágico al atardecer, el disfrute, mejor, el gozo a veces, de crear y estar con gente creando contigo... gracias. A Nomad Garden, también a los amigos Eva A., Manolo T., Pablo P., Cristo R. Que nos podamos ver en otra como esta.

Y que tengáis una luminosa entrada y salida de año.
Feliz 2016.


Percepciones de lo real


25 de noviembre de 2015


Buscando hoy la imagen que ilustra la entrada, me vuelvo a encontrar con la historia clásica, recogida por Plinio el Viejo en su Historia Natural, de la competición por decidir quién era el mejor pintor de Grecia. En ella participaron, en el siglo IV a.C., Zeuxis y Parrasio, dos pintores que han pasado por sus hazañas a formar parte del mito del genio de artista, pero de los que no se han conservado obras. 

Pájaro con cerezas, fresco en Pozzuoli, Italia, 200 d.C.
Los legendarios pintores tuvieron en fin la ocasión de enfrentarse para ver quién era el mejor de los dos. Zeuxis pintó entonces unas uvas con tanto realismo que unos pájaros se acercaron a ellas para intentar picotearlas. Por su parte, Parrasio había cubierto con una cortina su obra. Zeuxis acudió entonces a descorrer la cortina con objeto de conocer la pintura de su rival para darse inmediatamente cuenta de que esto era imposible por ser cortina la obra en sí: la pintura de Parrasio representaba una cortina. Zeuxis, confundido por el arte de su contrincante, tuvo que reconocer a Parrasio como el mejor de los dos, como el mejor pintor de Grecia.


Esta anécdota será relatada muchas veces a lo largo de la historia de la pintura occidental cuando se quiera hablar bien del naturalismo de un artista, es decir, de su capacidad de representar la realidad tal y como es y en sus obras. La cuestión es que esa representación veraz no es sino un engaño; el cuadro, diría un pintor ya moderno a finales del XIX, Maurice Denis, no es esencialmente más que una superficie plana cubierta de colores reunidos en un cierto orden.

La imagen del pájaro y la historia de Zeuxis y Parrasio me vinieron en mente al leer otra historia que recoge Michel Baridon en su libro sobre Los Jardines: Islam, Edad Media, Renacimiento y Barroco. Casi a modo de cuento, con este relato de una competición entre pintores chinos y griegos decorando el palacio de un sultán, concluye Baridon su bello capítulo dedicado al jardín islámico:


«Un día un sultán llamó a su palacio a pintores que vinieron unos de China y otros de Bizancio. Los chinos pretendían ser los mejores artistas; los griegos, por su parte, reivindicaban también la preeminencia. El sultán les encargó decorar al fresco dos muros enfrentados. Una cortina separaba a los dos grupos de competidores, que pintaron cada uno una pared sin saber lo que hacían sus rivales. Pero, mientras que los chinos empleaban toda clase de pinturas y desplegaban grandes esfuerzos, los griegos se contentaban con pulir sin cesar su muro. Cuando se retiró la cortina se pudieron admirar los magníficos frescos de los pintores chinos reflejados en el muro opuesto, que brillaba como un espejo. Y todo lo que el sultán había visto sobre el muro de los chinos parecía más bello en el de los griegos.»


La leyenda vive un poco del recuerdo de la anécdota que relata Plinio; quizá más sabia en esta versión, muestra en general esa recuperación del saber clásico que la cultura islámica realizó durante gran parte de la Edad Media. En cualquier caso, ambas historias hablan de los límites de la percepción y de lo convencional que puede ser  eso que llamamos lo real.


Solastalgia y Jardines-Efímeros


28 de octubre de 2015


Fuente: http://www.miriamguirao.com

¿Cómo vemos la naturaleza de nuestra ciudad? ¿Pensamos en los parques, jardines, árboles en la calle, macetas en los balcones o estampados florales de nuestra ropa del mismo modo? ¿Las plantas que nacen de modo salvaje en nuestras calles son malas hierbas, plantas sin ningún tipo de función, etc.? ¿Somos conscientes de que esta vegetación que nace de modo espontáneo, es parte de esa flora de la zona y tiene funcionalidad? 

Estas palabras no son mías, ni de nadie del grupo mesa-raíz, aunque podrían serlo perfectamente, en cualquier caso las suscribiríamos. Son de una artista a la que Sergio R., Salas M. y yo tuvimos el gusto de conocer recientemente en persona, Miriam Martínez Guirao. Se pasó por Sevilla y conversamos y compartimos sensibilidades-afinidades con ella en el patio de la Sala El Cachorro, rodeados de macetas, una palmera y cierta vegetación espontánea crecida con las primeras lluvias de otoño entre los adoquines del patio y en algún hueco de la pared en la que sé que los cuatro, aún sin decirlo, nos fijamos. Y es que, al igual que mesa-raíz, Miriam es otra persona aquejada del síndrome de deficiencia vegetal: estamos con ella en que la ciudad no siempre ha sido lo contrario de la naturaleza, no tiene que ser algo opuesto, la naturaleza va a volver una y otra vez a habitar en la ciudad, a reapropiarse de un suelo que por mucho que intentemos anularlo -porque es considerada la naturaleza como "invasora"- es suyo y sigue existiendo.

Miriam, otra Marcovaldo, lleva unos años fijándose en cómo en pequeños, a veces minúsculos, espacios que los planes urbanísticos no tienen considerados como "verdes" crece de todos modos vegetación. Motivo de investigación para ella, inspiración también para su creación plástica, entre sus múltiples iniciativas artísticas -echadle un ojo a su web-, Miriam decidió dedicarle todo un proyecto a esos restos vegetales salvajes que aparecen en los intersticios de la ciudad, en sus huecos, rincones y rendijas. La experiencia derivó en una propuesta artística llamada Jardines-Efímeros. Es un proyecto comunitario, ya que no solo Miriam, sino cualquiera que tenga sensibilidad por el tema, fotografía estos "jardines" espontáneos y libres que crecen de manera descontrolada, no planificada, y que sabemos frágiles de antemano. Miriam recopila esas fotografías y les da visibilidad compartiendo esas recolecciones en su web. Si queréis ver cómo se hace lo podéis ver en este video.


Un jardín-efímero de Miriam en Bilbao


Supimos de su proyecto por una llamada casualidad -y digo llamada porque no creo en ellas, soy más sistémico y pienso que todo se relaciona, por eso creo en "causalidades"-  en un momento en que nos había dado por hacer el tour de las Raíces en los Tejados y al tiempo que empezaba la experiencia Nomad Garden. Nos sorprendió con alegría, nos fascinó en fin, que hubiera más gente en esa línea, y más gente como ella, con esa sensibilidad especial, gente que, simplemente, se parara a mirar la naturaleza en la ciudad y que se planteara proyectos con ella como base.

Por cierto que no se me puede olvidar que la propuesta de Miriam está sujeta a mutaciones y a aplicaciones varias, como su colaboración con un biólogo en los "Jardines típicos de Bilbao" para saber el nombre de las plantas que crecen o su trabajo con psicólogos ambientales, esto último manejando un concepto que para mí era desconocido hasta que descubrí a Miriam, un término que pone nombre a una sensación que muchos tenemos hoy en nuestra sociedad urbana actual, cada vez más alejada de la sensación de pertenecer a la naturaleza. El palabro es solastalgia. Entroncado con la nostalgia, al parecer es un neologismo acuñado por un profesor australiano de estudios medioambientales, un tal Glenn Albrecht. Lo que importa es sin embargo lo que expresa: la angustia causada por los cambios en el medio ambiente, por su deterioro, pero también por su ausencia. Miriam se plantea indirectamente en su proyecto comprobar el nivel de solastalgia actual, ver cuánto echamos de menos la experiencia de conexión con lo natural mediante encuestas para las personas que participan enviando fotos de sus "Jardines-efímeros". En concreto, le interesa valorar qué ha cambiado sobre su visión de la naturaleza tras participar en el proyecto. Cómo ha llegado la experiencia. Parece un acto insignificante, pero lo cierto es que a mí me cambió la aparente simpleza de hacer cosas como "Raíces en los tejados". Y es que también, en el fondo, subyace en esta propuesta de Miriam una llamada a la incapacidad de ver las cosas de nuestra sociedad de hiperconsumo -de imágenes- actual.

Fue así un placer compartir todo esto con Miriam. Una postal que me regaló de esos "Jardines típicos de Bilbao" cuelga ahora en el panel de corcho de mi cuarto, recordatorio de sus miradas.

Os dejo con el enlace al proyecto de los jardines-efímeros y con la invitación a que colaboréis en él.

http://www.jardines-efimeros.com





Palabras en los tejados. La exposición callejera de Manolo Tirado


14 de septiembre de  2015


El pasado fin de semana se celebró en la Plaza Mina de Cádiz Barrunto, un evento que permite a artistas de diferentes modalidades exponer en un espacio público y al aire libre como esa céntrica plaza de la ciudad. La gente de la "mesa-raíz" y alguien más se pasó por allí alegrándose de saber que entre los participantes se encontraba Manolo T con algunas de sus más recientes acuarelas y tintas. En su ciudad, de la que curiosamente tuvo que irse, tomar distancia, para volver y exponer en ella. En ese acto casi involuntario de volver incluso repartió sus obras, en un principio sin saberlo, en un banco de la plaza donde al parecer jugaba cuando era pequeño. 




En ese banco de la Plaza Mina, frente al Museo de Cádiz, pudieron verse en fin algunas notas del peculiar mundo del artista, del que por cierto si queréis saber un poco recomiendo que visitéis -y leáis- las entradas de Un Dibujo DiarioUn mundo irónico y sutil donde los edificios hablan entre sí, los objetos más cotidianos sueñan y donde Manolo T. se permite en fin escucharlos y expresarse con ellos. Personalmente es un blog que visito cuando tengo días con la cabeza nublada, embotada y pastosa, porque me invita a pararme y volver a mirar lo que me rodea, también las cosas más aparentemente insignificantes. Me recuerda que aunque tengamos un día así de oscuro ese momento no es para siempre, que tenemos a mano la capacidad de asombrarnos alegremente y decir, con una de las obras de Manolo T., Sí a todo.




Hubo un tiempo en el que compartí casa con Manolo T. En esos años tuve la suerte de ver renovarse y crecer su inquietud por dibujar. También presencié la elaboración de los inicios ese blog, muchos dibujos y acuarelas que lo componen, incluso algunas situaciones que generaron ideas para ser puestas en papel. El blog, si miráis las entradas, no fue claramente anual, pero él se permitió seguir dibujando sin importar si estaba bien o mal, sin obsesionarse por el resultado final, disfrutar por el hecho de hacerlo, solo con la promesa de publicar todo lo que terminara. Me alegro de que esas entradas y actitud hayan saltado finalmente a la calle.


El rumor del mar y el hecho de enfrentar la soledad



El clima se vuelve algo irreal, se vuelve ficticio porque yo escribo sobre él. El clima se vuelve una   mentira... y lo que pasa es que mi día a día se vuelve una mentira porque se vuelve un ejercicio de la imaginación... 

 - NICK CAVE en 20.000 Days On Earth -


Hoy se cumple casi un año de un viaje, un viaje que nació de una invitación de David C. Habíamos pasado gran parte de un solitario verano juntos, muchas veces en la playa, caminando y dándonos algún que otro chapuzón. Hablamos entonces de la sensación de bienestar que nos produce el hecho de entrar en el agua, bañarse en el mar como limpieza, liberación acaso de las neuras que algunos días nos acosan. También de la invitación a la paz que el propio sonido de las olas nos transmitía y de lo bonito que sería tener ese sonido siempre presente, con la sensación aparejada a él. La famosa caracola que te pones en la oreja mientras cierras los ojos...

Con la intención de captar de alguna manera esa sensación, la propuesta se concretó en una excursión a algunas playas de la provincia de Cádiz durante el mes de septiembre en donde, cuaderno y grabadora en mano, registramos viento y meteorología, mareas y olas; por supuesto el sonido, el rumor del mar. La cosa se extendió en un viaje a playas del norte, tomando un avión a Bilbao -que ya mencioné en otra entrada-, alquilando un coche y recorriendo parte de las costas del País Vasco. Entre carretera y alguna que otra comilona, bajábamos a algunas playas y nos sumíamos en el silencio para grabar de nuevo sonidos, anotar el tiempo que hacía. Buscando nuevas formas de enfrentar la soledad.




El tour se cerró casi de un modo simétrico volviendo al sur y grabando en algunas playas gaditanas más en torno a la segunda mitad del mes de octubre. La materia prima así obtenida de las grabaciones al natural de las olas del mar sirvió a David C. para componer ochos canciones siguiendo el ritmo y los ambientes que esos sonidos registrados prácticamente le dictaban. Los temas formarán un disco que se publicará en noviembre y que se llamará El rumor del oleaje. Un avance de los resultados los podéis escuchar aquí.

El álbum será muchas cosas, por supuesto, según quien lo escuche. Para mí es el registro de un viaje con un amigo con el que puedo compartir la soledad. Esperamos que os guste.



 29 de agosto de 2015



Formas del exterior y del interior


21 de julio  de 2015



Sin que suene a justificación, aunque ya suena, el verano también se apoderó de este blog, pero en este caso no a través de la pereza, sino de la hiperactividad: final -por ahora- de las historias de Nomad Garden y del Alcázar de Sevilla, viajes por Andalucía, cursos de verano en Cadiz, etc. que han hecho que haya dejado a mi pesar de pasar por aquí.

Mientras escribía este primer párrafo han acudido a mi mente y cuerpo enteros una serie de personajes que me martilleaban y casi no me permiten escribir. Uno derrotista comentaba algo así como para qué, deja el blog este ya, otro un tanto exigente y esforzado decía pero hombre no seas vago, ponte al día, uno más quizá casi al mismo tiempo que los anteriores decía en tono desvalorizador, esto no vale para nada, y comentarios más feos que no quiero reproducir aquí porque la verdad no suenan bien... Y este era un personaje correcto y formal que quiere complacer. Gracias a todos ellos he escrito sin embargo estas páginas. Gracias a todos ellos, escuchándolos y reconociendo su existencia, sin rechazarlos -a veces mejor otras peor, cada momento es diferente-, no peleándome en fin con ellos, puedo vivir.


Expresiones faciales y emociones básicas según Paul Ekman


Todos estos personajes no son neutros, van acompañados de emociones que les dan vida y viceversa, la aparición de ciertos personajes invocan a las diferentes emociones, pero eso es algo que podéis leer mejor por ejemplo en el libro del maestro Antonio Pacheco que recomendé en la entrada de Ulises justo hace un verano.

Pero, ¿cuántas emociones hay? Este verano, a la hora de aprender expresiones de emoción para mi curso de español para extranjeros, he vuelto a usar las peculiares imágenes de los años 70 realizadas a partir de los estudios de Paul Ekman. Según este psicólogo son por ello estas emociones universales, características del ser humano como especie, más allá de distinciones culturales; al parecer Ekman comprobó esta supuesta universalidad viendo cómo nativos de Papúa Nueva Guinea, una cultura en un principio muy poco contaminada en los 70 por la civilización occidental, respondían identificando la misma emoción que supuestamente transmitían las personas retratadas en las fotos, personas que en definitiva se movían en parámetros socioculturales pues totalmente diferentes a estas personas de esa nación de Oceanía.

Diferentes, sí, en principio... lo que suelo hacer en clase es mostrar las diferentes expresiones faciales que aquí reproduzco a los estudiantes con la intención de que reconozcan la palabra -es un curso de idiomas al fin y al cabo- que define a cada una de las emociones. Si quizá alguien no sabe la palabra exacta en español no ocurre lo mismo con la emoción: prácticamente todos los estudiantes pueden reconocer una cara que expresa ira, miedo, asco, alegría o tristeza. De lo contrario, les suelo pedir que reproduzcan en su propio rostro el mismo gesto que están viendo en la imagen. Lo identifican entonces, suele funcionar.



Las emociones, según Disney-Pixar


Si bien parece que las emociones que como seres humanos experimentamos son casi idénticas y trascienden las redes culturales, sí veo por otro lado que es diferente el grado de penalización que sufren algunas emociones según qué cultura. Así, por ejemplo, en una cultura ligada al éxito, al "hacer" y al "tener" como la nuestra occidental, tendemos a sobrevalorar la alegría, que acabamos confundiendo con la euforia, una exageración ideal de la vida que muchas veces no nos deja ni siquiera vivirla. 

Por eso me sorprendió gratamente la última peli veraniega de Pixar -quiero pensar que son los prinicipales responsables- Inside Out, titulada en España "Del Revés". Se nota que sus creadores han sido muy bien asesorados por gente experta en psicología y pedagogía; no solo las ideas de Ekman, hay detalles sobre teoría de la personalidad o del pensamiento que aunque complejos están presentados de una manera tan fina -como cuando a dos de las emociones, que se pierden por el interior de la chica adolescente protagonista de la peli, se les caen dos cajas, una de "hechos" y otra de "opiniones" y se preguntan que adónde iban cada una de ellas y otro personaje les asesora diciéndoles algo así como oh, no os preocupéis, la mayoría de las veces se confunden, o como cuando ven al "tren del pensamiento", que viaja sin rumbo claro, nadie sabe por dónde va- que a veces olvidas que están viendo una película sobre el papel que juegan las emociones a la hora de construir nuestra vida.  Y por cierto, todas las emociones tienen su papel en la película, no contaré más para evitar que dejéis de verla. Todas ellas nos hacen, al fin y al cabo, humanos. 


El (re)conocimiento y la despenalización de las emociones es un tema clave en Antonio Pacheco, al que ya he recordado unas líneas más arriba. Él insiste mucho en ello: se trata de abrazar todo, incluso (otra emoción mal interpretada en nuestra cultura) la ira, transformar la ira en una divinidad airada. Todas las emociones son energías, el problema es de nuevo y siempre el dualismo. El diablo, la separación. La Transformación surge cuando las formas aprendidas del exterior son sustituidas por formas creadas desde el interior.

Así que puede que no os cambie la vida, pero esta peli de Pixar me ha vuelto a dejar ese agradable gusto en el cuerpo, mezcla de tristeza, alegría, emociones en fin, que tuve viendo por ejemplo Up. Ya me diréis.

¡Buen verano!



Diálogos en el jardín (y II)


29 de abril de 2015


Los jardines son espacios de diálogo entre la Sociedad y la Naturaleza, laboratorios donde se enlazan aspiraciones humanas con potencialidades vegetales.


El próximo mes de mayo comienzan en los jardines del Real Alcázar de Sevilla los Diálogos en los Jardines, una serie de encuentros organizados por el patronato del Alcázar y la plataforma Nomad Garden con el fin de celebrar los vínculos que las especies vegetales de estos palacios tienen con la ciudad, sus habitantes y sus viajeros. Con tal objetivo, además de con la intención de dar a conocer y profundizar en dichos vínculos, se contará con la participación de personalidades de diferentes áreas  -médicos, paisajistas, historiadores, artistas, hortelanos y ciudadanos varios de Sevilla- que arrojarán su particular mirada sobre las plantas y los mismos jardines del Alcázar. Encuentros pues multidisciplinares, como multidisciplinar ha sido todo el proyecto. 

Reuniones que, como afirman desde Nomad Garden, se orientarán a sondear las diferentes dimensiones de los jardines.




El primer encuentro el 6 de mayo, con el que se inauguran los "Diálogos", consiste en la presentación de la aplicación digital desarrollada tras la localización y cartografía de las especies botánicas del Alcázar, su investigación y el desvelamiento de las diversas conexiones culturales que las plantas encierran. Una celebración y puesta en valor de la complejidad que hemos disfrutado y que ahora esperamos poder compartir de manera pública. Confiando además en que el proyecto sigue abierto.


Diálogos en el jardín (I)


28 de marzo de 2015


En los Jardines del Real Alcázar de Sevilla, con un pavo real. Foto de Sergio R.


El Helenismo es un periodo de la historia de la Antigua Grecia caracterizado por ser un tiempo de cambios, de crisis de modelos de pensamiento, cultura y opinión. Supone en muchos aspectos el fin de Grecia tal y como hasta entonces sus ciudadanos y vecinos la habían entendido; no obstante, es una fase que comienza allá por finales del siglo IV a.C., tras las conquistas de Alejandro Magno, por lo que los límites, geográficos pero también sociales, de lo que significaba "lo griego" se habían ampliado y de alguna manera confundido y mezclado, al englobarse nuevos países, pueblos y culturas dentro de la esfera griega. El periodo es quizá el más relevante en lo que a avances científicos se refiere dentro de una historia antigua de Grecia, en gran parte debido al enriquecedor contacto con otras culturas, con hitos tan significativos como la creación del Templo de las Musas -de donde viene la palabra Museo- y Biblioteca de Alejandría.

Es un momento en fin de transformación, donde las viejas estructuras, válidas hasta entonces para el anterior sistema, dejan de ser incluso operativas en el nuevo mundo que estaba surgiendo. En ese universo cambiante, de crisis, una importante tradición reflexiva griega, la filosofía, ofrece también alternativas, con sistemas como la ética estoica o el epicureísmo. En este sentido, es interesante, siguiendo al historiador del arte John Onians, el hecho de que

Todas estas diferentes filosofías tenían la intención de producir ataraxia o imperturbabilidad, un antecedente de la moderna concepción del equilibrio mental.
- JOHN ONIANS,  Arte y pensamiento en la época helenística - 


Así, además de la explicación racional y física del mundo de la filosofía más clásica, la filosofía del helenismo parece intentar comprender qué pasa con el ser humano, una variante más espiritual de la filosofía que a su vez recuerda a propuestas orientales como el Budismo. Y es que, de nuevo según este autor, a las posibilidades que se conocían en Grecia se añadieron otras descubiertas en África y en Asia.

Siempre me ha parecido una bella imagen que estas filosofías, más delicadas, inconclusas y más flexibles por poco dogmáticas que los sistemas de pensamiento de un Aristóteles, sean conocidas en la historiografía como Jardines Helenísticos: el huerto, el jardín cerrado, se convierte en un remanso de paz donde se encuentra la comunidad de amigos con la intención de dialogar al tiempo que se pasea y se cuidan las plantas. Estas filosofías pueden así ser criticadas por presentarse como un refugio, si se quiere cobarde, frente a un mundo violento y cambiante al que no se sabe dar respuesta. Sin embargo, también es posible verlas como un necesario espacio para la pausa, un lugar de tranquilidad interior necesario que se requiere para el conocimiento de uno y los demás; desde ahí, para la transformación personal.

Tontamente, estas ideas me acompaña siempre que me encuentro con gente como Sergio R. en los Jardines del Alcázar de Sevilla para contarnos novedades... Agradecido, disfrutando del jardín y de la amistad.

Recientemente Sergio R. me recuerda en fin que Nomad Garden está preparando algo en relación al jardín entendido como espacio de encuentro en el entorno de su objeto de estudio, los Jardines del Real Alcázar de Sevilla. A la espera del evento, recuerdo también en este blog el enlace para descargar la aplicación desarrollada por los "Jardineros Nómadas" para visitar de otra manera este singular espacio de la ciudad.

Lo podéis descargar gratuitamente aquí.




A disfrutar.


Inmersión


15 de febrero de 2015


La he tenido durante mucho tiempo a la vista, junto a la mesita de noche. No era la última imagen que veía antes de dormirme, pero sí que le echaba a veces un ojo cuando no conseguía pegarlo. La miraba casi como una invitación a dejarme caer, a reposar sin miedo a las consecuencias en esa anulación parcial del ego que es el sueño. Me refiero a una postal que me regalaron donde se reproduce el Salto en el vacío de Yves Klein. La foto apareció en el año 1960 en un falso periódico editado para la ocasión. ¡Un hombre en el espacio! era uno de los publicitarios titulares que acompañaron a la imagen. Pocos años antes la URSS había puesto en órbita el primer satélite artificial de la historia, el Sputnik: con él empezaba la llamada carrera espacial. Se estaba así haciendo realidad ese viejo sueño de la humanidad de volar, más allá de los cielos, de alcanzar las altas esferas. Es por ello que Klein pretendió también lanzarse al espacio...


La foto es evidentemente un montaje: hecha por el amigo del artista Harry Shunk, Klein se lanzó desde lo alto de un muro de la calle Gentil Bernard de Fontenay-aux-Roses, en París, en realidad a una lona sostenida por varios colaboradores que aparecen en la foto original y que fueron posteriormente eliminados y sustituidos por una toma de la calle vacía con un ciclista al fondo, ajeno al supuesto prodigio del «artista del espacio» Yves Klein. Aunque la gente no se creyera el engaño, la imagen fue divulgada como auténtica, en una irónica crítica a los medios de comunicación que venía a recordarnos que no todo lo que aparece en ellos es información, ni siquiera que sea verdad. La realidad como un (foto)montaje no deja de ser un tema muy actual, especialmente desde que irrumpieron las redes sociales y la infinita multiplicación y manipulación de las imágenes e historias que ello ha supuesto. En la línea de Klein, siguiendo en parte su estela, muchos artistas actuales han ahondado en esta cuestión, caso del propio proyecto Sputnik de Joan Fontcuberta, en el que el fotógrafo catalán se autorretratata como si fuera un cosmonauta soviético al tiempo que se presenta como descubridor de unas imágenes y fotografías reveladoras e inéditas que en realidad, rizando el rizo, son pura ficción. De todos modos, este análisis crítico de los medios de comunicación no era lo más importante para Klein y su obra; es un comentario que aquí se hace desde la situación presente que quizá se le escapó a una época como los años 50 y 60 del siglo XX aún no tan saturada de imágenes como la actual.

Dejo a un lado interpretaciones históricas y me paro entonces a mirar de nuevo la foto de Klein. El artista mira hacia arriba, con su cuerpo combado haciendo una curva que sugiere, con un pie aún tocando el muro del que salta, una cierta elevación antes de precipitarse: es un momento álgido, un clímax, el instante máximo de elevación justo antes de la caída -no obstante, la obra también se tituló Obsesión de la levitación. La foto está así tomada en un momento que sugiere que Klein puede tanto estrellarse contra el suelo como salir volando. Es una acción poética, sí, también, como ya sugerí al comienzo de este texto, una invitación a descubrir, algo que va desde el mismo sueño desde el que la contemplo en la mesilla de noche hasta vivir el inexplorado presente. Es de hecho una foto que miro en momentos en los que tengo que tomar decisiones como la que ahora me toca y que iré concretando en otras entradas a medida que se defina. Metáfora así del atreverse, la invitación de Klein es de un feliz optimismo, no eufórico ni autosatisfecho, más bien realista -al fin y al cabo tomó precauciones antes de tirarse del muro- y, sobre todo, inmediato, en el sentido de no enfocado al futuro, a las expectativas o al resultado.

Lo que viene a ser entregarse a la vida. Dejarse flotar y no luchar contra the Undercurrent, la corriente subyacente, esa que está en otra imagen que me gusta mirar como invitación a la inmersión, esa portada del bonito disco de Bill Evans y Jim Hall... 


La cara de Klein en la foto, la amplío y veo una expresión de miedo, el motor del deseo. Y recuerdo a Joseph Campbell, que al hablar del Viaje del Héroe decía:

en la cueva a la que temes entrar 
yace el tesoro que buscas





Encuentros

30 de enero de 2015

En los comienzos de su proceso como buscador espiritual, el misterioso Gurdjieff habló una vez dedicándole un libro de sus Encuentros con Hombres Notables, personas de las que aprendió, en un primer momento uno está tentado a decir, de su ejemplar presencia, de su largo camino recorrido, de una honda y continuada trayectoria como rastreadores de la verdad, de su inalcanzable status de sabiduría, pero…

Últimamente estoy teniendo encuentros con personas, no solo hombres, también mujeres, notables. No son gurús, ni chamanes, no son grandes sabios que viven en la montaña; no hay entre estas personas hombres de blanca y larga barba ni mujeres envueltas en humildes pero bellas túnicas junto al fuego de un oráculo. Son personas en un principio normales, algunas de ellas viejas amigas mías, otras, personas que hacía tiempo que no veía y con las que no me atrevía quedar porque, pensaba por vergüenza y desvalorización hacia mí, no tenía nada que contarles. No obstante, me decido no solamente a encontrarme con estas personas sino a procurar simplemente estar. Escuchándolas, empiezo a sentir sus historias: ese día en que él pasó por una situación de pánico y experimentó el desamparo más absurdo cuando no tenía dinero en el aeropuerto y habían perdido sus maletas. Aquella otra que llegó a su casa después de un malísimo día de trabajo y encontró su habitación especialmente vacía y se lamentó de no tener una pareja que le arrope en esas noches solitarias. Aquella otra, en fin, que se da cuenta de que su pareja no es consciente, porque no la ve actualmente, de cómo está ella. Al mismo tiempo, les comento mis dilemas cotidianos, mis dudas y miedos actuales, dónde estoy en definitiva. También les comento mis alegrías, mis pequeños logros, a la vez que estas personas me recuerdan sus recientes momentos felices junto con los tristes, lo que se pueda en fin, sin forzar pero sin enmascarar, porque no hay necesidad. Y noto cómo el encuentro -que quizá había casi planificado, seleccionando aunque fuera inconscientemente los temas de los que podría hablar, tal vez incluso la ropa con la que me iba a presentar- ese encuentro pre-programado en mi mente desaparece y se convierte en una sorpresa. Se convierte en un verdadero encuentro.

Entonces a su vez estas personas se convierten, quizá podrían llevar esas barbas blancas y largas o esas túnicas de sacerdotisa de las que antes hablé. Entonces los hombres notables de Gurdjieff fueron posiblemente eso, gente que ha vivido y vive y se muestra contigo. Y todo ese largo camino que supuestamente llegaba a una meta en la que terminar se vuelve un algo inexistente. Cuando cada persona es un espejo, una oportunidad para encontrarse con uno mismo. 

Grande Raccordo Anulare (y II)


22 de enero de 2015

En este año recién terminado me dio por ver la serie True Detective y, como a más de uno o una le ha pasado, quedé fascinado a momentos por el personaje de Rust Cohle, por su drama interior y sus peculiares y a veces divertidas divagaciones filosóficas. En cierta ocasión, en un viaje en coche con su compañero Marty, Rust nota algo en el ambiente que le despierta el mal sabor en la boca... a aluminio, cenizas... Una sensación de estar atrapado en algo de lo que no puede salir, una condena, una obsesión por el tiempo entendido como algo cíclico. Los hechos se repiten, pasan una y otra vez sin solución de continuidad, es más, lo que hacemos en esta vida no es posible cambiarlo porque se repetirá en la siguiente. Esta cuestión se traduce en la imposibilidad de no poder reparar nada, lo cual para Cohle es motivo de un constante pesimismo. 


Un fugaz momento en el que una bandada de pájaros dibuja una espiral en el aire.
Visión o certidumbre de Rust Cohle (Matthew McConaughey) en True Detective


La idea de un eterno retorno está en Friedrich Nietzsche; nunca me queda muy claro a qué se refiere con estas palabras este filósofo igual de atormentado que el personaje de Matthew McConaughey en la serie, de hecho se me suele olvidar. En estas situaciones acudo a una Historia de la Filosofía que desde aquí recomiendo, la de Gilbert Hottois. Busco de nuevo entre sus páginas a Niezsche y leo que el propio Nietzsche consideraba eso del Eterno Retorno de lo Mismo como la idea más difícil y terrible. Cito de Hottois:

«En efecto, si el tiempo es infinito, se puede pensar que todo -todas las constelaciones de fuerzas y de formas, todas las configuraciones espacio-temporales, todas la alegrías y todos los sufrimientos- volverá, y volverá una cantidad infinita de veces, es decir, eternamente. Cada instante es como eterno, y también cada acto. El individuo con la fuerza suficiente como para soportar esta idea no tiene ninguna razón para lamentar haber hecho o no haber hecho tal o cual cosa, pues desde una eternidad y por la eternidad eso fue y será realizado de esa manera. Así se descubrirá, según Nietzsche, la inocencia del devenir y el amor fati (el amor del destino). Al acceder a ese nivel de conciencia, el individuo coincide con la voluntad de poder y con la finalidad. Un hombre así es sobrehumano: imprimir en el devenir el carácter del ser es la forma superior de la voluntad de poder... Decir que todo vuelve es aproximar al máximo el mundo del devenir y del ser: cima de la contemplación.»

A la luz de esta declaración de Nietzsche, Cohle, pues, evidentemente, no soporta la idea, al menos al principio de la serie. Es consciente de que no puede controlarlo todo, de que en realidad no es responsable de sus actos, pero un fuerte resquemor, que se puede llamar orgullo o importancia personal, le impide aceptar eso que se le presenta como una verdad; se resiste, lucha contra la inocencia del devenir y el amor del destino, y eso le impide dejarse llevar. Hay mucha ira y deseo de venganza: el tiempo, el mundo todo, parece deberle algo.

Ni Nietzsche ni Cohle hablan del karma, aunque la idea está latente. Tampoco hablan de lo que ciertas tradiciones espirituales de la India llaman Rueda del Samsara, ese círculo en torno al cual giramos, condenados a repetirlo y repetirnos y que nos produce sufrimiento.

Budistas como Pema Chödrön nos recuerdan que esto se produce en la media en que nos apegamos a las cosas que nos gustan y rechazamos las que no. Así, nos gustan las alabanzas, el reconocimiento público, la ganancia, y nos aferramos a ello, haciendo que nuestra vida gravite en torno al placer y al miedo a perderlo. Del mismo modo rechazamos -en realidad, tratamos de- la crítica, la culpa, el fracaso o el abandono. Se configura así una realidad dualista, de pares de opuestos, que nos dividen y nos sumergen en esa noria que es el samsara.

Por lo demás, no quiere esto sugerir que neguemos las cosas que nos generan placer, sino que tengamos atención de no engancharnos a ella. Porque cuando no estén esos placeres, sufriremos. Mientras estemos atrapados en ese círculo del deseo, el apego y el rechazo de la experiencia, seguiremos girando en ese gran anillo del samsara. La vida de todos modos nos va dando pistas, señales si se quiere, de dónde estamos: en forma de tensiones musculares, reacciones del cuerpo casi siempre, experiencias dolorosas de pérdida, rechazo, abandono o desamparo. Si nos resistimos, si intentamos corregir esa postura dolorosa o esa sensación triste que tenemos, volveremos a luchar contra la inocencia del devenir y el amor del destino, como hizo Cohle. En lugar de ello, estas experiencias son presencias, atajos si no para salir, al menos para ver la rueda. Los mensajes aparecerán una y otra vez, tomando formas diversas que siempre querrán mostrarnos que bajo la rueda se esconde esa única cuestión esencial.

El universo no conspira contra uno...
¿O va a querer la vida hacernos daño?