La casa del árbol


30 de marzo de 2016


Eva A. en su casa del árbol. Foto: Cristo Ramírez


Hace ya varios años, estando en la que por entonces era que su casa, ella sacó un libro de la estantería. Lo abrió, la observé cómo lo miraba con cariño para poco después levantar la cara de las páginas sonriendo y con los ojos llenos de luz. Con esa expresión, me invitó a leerlo juntos, era el Libro de los seres imaginarios, de Jorge Luis Borges. Recuerdo que estuvimos riendo y comentando los extraños personajes que allí aparecían, pasando de lo tierno a lo macabro tan rápidamente como se pasaba de una página a otra del libro, pero sobre todo recuerdo la sorpresa constante, esa sorpresa que solo niños y niños tienen cuando se acercan sin apenas juicio ni etiquetas a cosas, objetos, personas... Un fugaz momento de libertad compartida.

Eva A. es una persona que me hace conectar muchas veces con esa mirada de niño. No me refiero a un niño interior ideal, estoy hablando de esa capacidad de detenerse a contemplar las cosas como si fueran nuevas. Esto lo hace con una particular atención a lo minúsculo -me vienen a la memoria ahora muchas conversaciones con ella sobre detalles de pájaros que son casi puntos en un cuadro, sobre las flores más pequeñas o sobre cómo la luz incide en determinado edificio y crea expresivas sombras- que te lleva a descubrir las múltiples posibilidades del mundo. Todo se debe a esa sorpresa que he mencionado antes y que no hace sino despertar la imaginación.

Por todo ello, me alegro de que se haya atrevido ahora a dedicar gran parte de su tiempo/energía a trabajar con niñas y niños. La Casa del Árbol es el nombre que le ha dado a esta iniciativa, podéis ver algunas fotos de los talleres si pincháis aquí. Descontenta con el trato que recibe la educación artística en la escuela reglada, Eva propone a través de diferentes talleres un espacio en el que sus participantes no olviden algo que es fundamental en el mundo actual pero que paradójicamente el sistema educativo en más de una ocasión tiende a desprestigiar: la creatividad. Acercando a niños y niñas diversas técnicas que van del grabado a la pintura, pasando por el cine o la fotografía, usando buenos ejemplos de la historia del arte y con influencias como Paul Klee, los dibujos-objeto de Isidro Ferrer o los poemas visuales de Chema Madoz, Eva ayuda a estos niños y niñas con estos talleres a darle un espacio a la creatividad en su rutina. A que el pensamiento mágico, la imaginación, la creatividad, en fin, que nos permiten ser flexibles y fluir con la realidad en lugar de ser tan autómatas y esclavos de nuestras expectativas, formen parte de nuestra vida. 




Por cosas como esta Casa del Árbol, este blog subsiste y cumple ya tres años de vida.

Gracias Eva y mucha suerte.

Tú creces, yo crezco.