Formas del exterior y del interior


21 de julio  de 2015



Sin que suene a justificación, aunque ya suena, el verano también se apoderó de este blog, pero en este caso no a través de la pereza, sino de la hiperactividad: final -por ahora- de las historias de Nomad Garden y del Alcázar de Sevilla, viajes por Andalucía, cursos de verano en Cadiz, etc. que han hecho que haya dejado a mi pesar de pasar por aquí.

Mientras escribía este primer párrafo han acudido a mi mente y cuerpo enteros una serie de personajes que me martilleaban y casi no me permiten escribir. Uno derrotista comentaba algo así como para qué, deja el blog este ya, otro un tanto exigente y esforzado decía pero hombre no seas vago, ponte al día, uno más quizá casi al mismo tiempo que los anteriores decía en tono desvalorizador, esto no vale para nada, y comentarios más feos que no quiero reproducir aquí porque la verdad no suenan bien... Y este era un personaje correcto y formal que quiere complacer. Gracias a todos ellos he escrito sin embargo estas páginas. Gracias a todos ellos, escuchándolos y reconociendo su existencia, sin rechazarlos -a veces mejor otras peor, cada momento es diferente-, no peleándome en fin con ellos, puedo vivir.


Expresiones faciales y emociones básicas según Paul Ekman


Todos estos personajes no son neutros, van acompañados de emociones que les dan vida y viceversa, la aparición de ciertos personajes invocan a las diferentes emociones, pero eso es algo que podéis leer mejor por ejemplo en el libro del maestro Antonio Pacheco que recomendé en la entrada de Ulises justo hace un verano.

Pero, ¿cuántas emociones hay? Este verano, a la hora de aprender expresiones de emoción para mi curso de español para extranjeros, he vuelto a usar las peculiares imágenes de los años 70 realizadas a partir de los estudios de Paul Ekman. Según este psicólogo son por ello estas emociones universales, características del ser humano como especie, más allá de distinciones culturales; al parecer Ekman comprobó esta supuesta universalidad viendo cómo nativos de Papúa Nueva Guinea, una cultura en un principio muy poco contaminada en los 70 por la civilización occidental, respondían identificando la misma emoción que supuestamente transmitían las personas retratadas en las fotos, personas que en definitiva se movían en parámetros socioculturales pues totalmente diferentes a estas personas de esa nación de Oceanía.

Diferentes, sí, en principio... lo que suelo hacer en clase es mostrar las diferentes expresiones faciales que aquí reproduzco a los estudiantes con la intención de que reconozcan la palabra -es un curso de idiomas al fin y al cabo- que define a cada una de las emociones. Si quizá alguien no sabe la palabra exacta en español no ocurre lo mismo con la emoción: prácticamente todos los estudiantes pueden reconocer una cara que expresa ira, miedo, asco, alegría o tristeza. De lo contrario, les suelo pedir que reproduzcan en su propio rostro el mismo gesto que están viendo en la imagen. Lo identifican entonces, suele funcionar.



Las emociones, según Disney-Pixar


Si bien parece que las emociones que como seres humanos experimentamos son casi idénticas y trascienden las redes culturales, sí veo por otro lado que es diferente el grado de penalización que sufren algunas emociones según qué cultura. Así, por ejemplo, en una cultura ligada al éxito, al "hacer" y al "tener" como la nuestra occidental, tendemos a sobrevalorar la alegría, que acabamos confundiendo con la euforia, una exageración ideal de la vida que muchas veces no nos deja ni siquiera vivirla. 

Por eso me sorprendió gratamente la última peli veraniega de Pixar -quiero pensar que son los prinicipales responsables- Inside Out, titulada en España "Del Revés". Se nota que sus creadores han sido muy bien asesorados por gente experta en psicología y pedagogía; no solo las ideas de Ekman, hay detalles sobre teoría de la personalidad o del pensamiento que aunque complejos están presentados de una manera tan fina -como cuando a dos de las emociones, que se pierden por el interior de la chica adolescente protagonista de la peli, se les caen dos cajas, una de "hechos" y otra de "opiniones" y se preguntan que adónde iban cada una de ellas y otro personaje les asesora diciéndoles algo así como oh, no os preocupéis, la mayoría de las veces se confunden, o como cuando ven al "tren del pensamiento", que viaja sin rumbo claro, nadie sabe por dónde va- que a veces olvidas que están viendo una película sobre el papel que juegan las emociones a la hora de construir nuestra vida.  Y por cierto, todas las emociones tienen su papel en la película, no contaré más para evitar que dejéis de verla. Todas ellas nos hacen, al fin y al cabo, humanos. 


El (re)conocimiento y la despenalización de las emociones es un tema clave en Antonio Pacheco, al que ya he recordado unas líneas más arriba. Él insiste mucho en ello: se trata de abrazar todo, incluso (otra emoción mal interpretada en nuestra cultura) la ira, transformar la ira en una divinidad airada. Todas las emociones son energías, el problema es de nuevo y siempre el dualismo. El diablo, la separación. La Transformación surge cuando las formas aprendidas del exterior son sustituidas por formas creadas desde el interior.

Así que puede que no os cambie la vida, pero esta peli de Pixar me ha vuelto a dejar ese agradable gusto en el cuerpo, mezcla de tristeza, alegría, emociones en fin, que tuve viendo por ejemplo Up. Ya me diréis.

¡Buen verano!



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