Pre-proyectos y pre-maquetas



5 de septiembre de 2013


Antes que el cambio de los meses de diciembre a enero, el verdadero comienzo de año es para mí, y supongo que para muchos que organizan su tiempo en base al calendario escolar, el mes de septiembre. Sí, sí, ya sé, la vuelta al cole, despedirnos lentamente de la playa, coleccionables de punto de cruz entre otras montañas de basura potencial atiborrando los quioscos, todo eso y más ligado por un lado a un deseo de cierta rutina y, por otro, al de empezar nuevos proyectos para sacudirnos el letargo. En este sentido, un vago entusiasmo cubre cada una mis acciones. Es una sensación algo vacilante, ya que parece que una vez que me instale en la ciudad, que haya hecho la habitual ronda de saludos, quedadas y encuentros con todas las personas que me interesa volver a ver tras las vacaciones, que en fin se efectúe la puesta a punto, la fuerza con la que aparentaban querer nacer esos proyectos gestados en el veraneo rápidamente va a desinflarse y, más que proyectos, van a confirmarse simplemente como pre-proyectos, castillos en el aire. Total, era muy difícil, para qué lo vamos a intentar, todo un clásico. El calor y la parcial apatía del verano parecen extenderse sin solución de continuidad. 


¿Qué impide que las ideas bajen de la cabeza y se concreten en algo físico, terreno? Básicamente creo que existen dos obstáculos que además se entremezclan y apoyan entre sí. Uno sería la dispersión, que puede tener forma de duda continua y replanteo mental constante o bien la necesidad de preparar planes B alternativos, constantes, por si la primera opción falla -los planes entonces pueden ser B, C, D y así hasta el final del abecedario-. El otro obstáculo, que comienza muchas veces una vez concretado un tanto el pre-proyecto, aunque otras veces sólo existen en nuestra imaginación, son las propias trabas del sistema, la exasperante burocracia, el secretismo de una administración que realmente en ocasiones no facilita las cosas y alimenta una frustración, incluso pereza, que te hace desaparecer del proyecto. Un poco como... la secuencia de la propia desaparición física de Tuttle, el personaje de Robert De Niro en la película Brazil de Terry Gilliam. Devorado por el papeleo...

Otra película: hace poco volví a ver Little Miss Sunshine, a verla y a emocionarme con ella de nuevo. En esa visión del mundo comercial de cierta clase socioeconómica norteamericana, una visión por lo demás que tendemos a imitar también a este lado del Atlántico, donde el ente social y las propias relaciones se estructuran rígidamente en base al binomio vencedores y vencidos, éxito y fracaso, la pequeña Olive, viendo lo que le rodea en su ambiente familiar -su padre un motivador profesional desmotivado y casi arruinado, un tío con tendencias suicidas, un hermano adolescente depresivo e inadaptado- le pregunta tiernamente y muerta de miedo a su abuelo, expulsado del asilo por traficar heroína, si ella es (también) una fracasada. El abuelo le responde que el fracasado no es el que no consigue logros, sino el que no lo intenta. Olive, la más grande de todos, puede entonces dormir tranquila. El abuelo... también, no digo más para quien no haya visto este precioso cuento moderno.



Olive y su familia (se incluye la furgoneta) en Little Miss Sunshine, mis perdedores favoritos.


«Lo que sigue importando para mí es hacer las cosas». Esta frase es de sentido común, la dice mucha gente, por ejemplo, una de las artistas españolas que mejor me cae, Esther Ferrer. Me gusta de todos modos desde dónde lo dice: no desde la dispersión, lanzando anzuelitos a diferentes aguas a ver dónde pican; tampoco por el mero hecho de romper la desidia. No, no habla del hecho maquinal de hacer, de producir febril-fabrilmente, sino de atreverse a hacer. Y atreverse a fluir en el proceso de hacer, a dejarse sorprender por el misterio de lo que pueda venir. Pero empezar y no quedarse en las ideas; creo que el quedarnos bloqueados fabricando ideas sin intentar materializarlas genera un efecto similar de insatisfacción en nuestra persona que la propia actividad de hacer cosas por hacer, por llenar un vacío. Al pre-poyecto propongo entonces siguiendo a la Ferrer las pre-maquetas. Al menos estas implican una fisicidad, además de una primera visualización, como ella comenta en el video que adjunto:

«... en el pensamiento los inconvenites no son más que teóricos y los accidentes, no existen; y cuando te pones a hacer la maqueta... ahí hay el accidente [...] todo está mal hecho y tal pero la idea está ahí.»





Hoy estoy optimista. Ánimo con el septiembre.

5 comentarios:

  1. Buen post Juanillo, me ha encantao.
    Además el día es estupendo, hoy es el principio de año judío!
    Un abrazo

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    1. Apropiado pues... pero, ¿tú no te habías hecho calvinista? ;)

      Un abrazo también para ti, ayer arias personas cruzamos dedos de pies y manos para mandarte suerte, energía cósmica o lo que quieras que te venga bien.

      Muuuuuucho ánimo!!

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    2. quería decir VARIAS personas, que conste :)

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  2. ...y mi cumpleaños. ¡Que los pre-proyectos muevan el mundo al hacerse realidad! El mundo de las ideas debe estar por delante del materialismo. El deterioro puede con lo físico, pero nunca con las personas de elevados pensamientos. Aunque sean malos tiempos para la lírica...

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    1. Creo que nunca fueron buenos tiempos para la lírica, anónimo, además de que cualquier tiempo pasado fue PEOR. Gracias por tu comentario y por animar a la realidad y a la realización.

      ¡Y feliz cumpleaños!

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