16 de abril de 2013
Durante los paseos por Sevilla que he hecho este inicio de primavera con los estudiantes, muchos de ellos me llamaban la atención sobre un fenómeno que realmente modificaba la imagen de la ciudad, a saber, la gran cantidad de vegetación que había crecido en los tejados de muchos de sus edificios. Las constantes lluvias del cambio de estación han dejado a la mayoría de las iglesias y casas de todo tipo del centro histórico cubiertas con una sorprendente peineta vegetal que, tenía que contestar a los estudiantes, entraba en la categoría de fuera de lo normal.
Aunque ya había observado este suceso en años anteriores, nunca lo había visto con tanta intensidad, con unos colores tan vivos, con una fuerza tan silvestre. Me viene a la memoria un personaje de uno de mis libros favoritos de Italo Calvino, Marcovaldo. Residente con su familia en una gran ciudad que no le acaba de gustar, Marcovaldo secreta e inconscientemente tal vez echa de menos la vida en el campo. De alguna manera este personaje tiene la convicción de que la ciudad no es en realidad un mundo tan separado de la naturaleza. Esta creencia se materializa en su intento por reproducir hábitos propios de la vida rural en pleno medio urbano. A veces con éxito, otras en forma de completo fracaso. Siempre ingenuo, despertando ternura.
Por ejemplo - para quien no lo haya leído, esto es sólo el primer capítulo, no os preocupéis... por cierto que es un libro muy bonito y lo recomiendo -, Marcovaldo se sorprende de encontrar setas enmedio de la ciudad, en una parada del tranvía, creo recordar. Contento por su hallazgo, las coge y se las lleva a casa, las cocina... y le entra una indigestión. Él de todos modos sigue durante todo el libro intentando seguir el ritmo natural de las estaciones. Nos plantea Marcovaldo en sus aventuras urbanas la posibilidad de vivir de acuerdo con la naturaleza en una sociedad industrial y urbana. Al menos, la esperanza de esa posibilidad.
De nuevo, Sevilla. Llegan los primeros días de calor, sin lluvias ni nubes. Miras hacia arriba mientras caminas por la ciudad y al azul del cielo le acompaña una línea casi constante de verde, terminada las más de las veces por notas en amarillo, otras en lila o blanco, la decoración es en cualquier caso espectacular. La subida de temperaturas amenaza con prolongarse y secar las plantas. A Sergio R. se le ocurrió entonces la siguiente propuesta para registrar esta, digamos, explosión primaveral, esta intrusión de la naturaleza en donde muchas veces no le llaman, la ciudad:
Con la intención de mirar entonces con otros ojos, además de celebrar una Stammtisch dominguera y al aire libre, nos lanzamos un grupito a hacer fotos de esos lugares donde espontáneamente crecen las flores. Otras personas que no pasearon con el grupo nos las pudieron enviar por correo, entre todas se va creando un nuevo paisaje, una ciudad diferente a la habitual, construida a través de las miradas de cada una de las personas que participamos. A todos y todas, gracias por enviar las fotografías.
¡Enhorabuena muchachos y muchachas! Muy buena idea y estupendo resultado. Espero apuntarme a la próxima. Abrazos
ResponderEliminarNosotros también te esperamos en la próxima.
ResponderEliminarUn saludo!
Por cierto, y a petición de los implicados, aclarar dos cosas:
ResponderEliminar- la idea de la deriva fotográfica es en realidad de Salas, Sergio es el ilustrador y diseñador del cartel, además de uno de los fans más entusiastas de esta convocatoria.
- participaron en el evento con fotos y comentarios Salas, Pablo, Sergio, Cristo, Elvira, María C., Mark, Jose S., Eva, Manolo desde Cádiz, y el que escribe.
- ... otra cosa más: Jaramago de Oro a la mejor foto en una futura extensión, mantendré informado al personal :)
De nuevo, gracias a todos y todas.
Bueno, parece que va a ser posible lo de la mesa-raíz- El enlace me lo ha pasado Elvir:
ResponderEliminarhttp://jailmake.com/project/products/plantable/
A disfrutar!