27 de diciembre de 2013
Un paseo por el Muro de los Navarros es como viajar en el tiempo a la Sevilla de, al menos, el año 98. La calle conecta dos antiguas puertas de entrada de la ciudad histórica, las de Carmona y Osario. Esta última es un área del centro todavía no muy aburguesada -o gentrificada, el término que prefiráis-, caótica por la presencia de un tráfico mal regulado, cruce de caminos típico de una puerta de entrada a una ciudad, zona de paso, un espacio aún por definir. Alguna fachada combada con bajo apuntalado, el bar "Eme", la tienda de pinturas, el encanto está en su autenticidad.
Una zona en fin que, dentro del centro de Sevilla, se percibe como limítrofe. Quizá por ello hasta hace poco existía allí un concesionario de coches. Ahora su local lo ocupa la reconversión de una iniciativa, de la que ya he hablado aquí, conocida como Taller de Palabras. María José B., Marta G.V. y sus colegas se dedican entre otras cosas a impartir talleres de escritura creativa. En ellos se presentan, muestran, analizan, textos de autores tan fantásticos en todos los sentidos, y tan queridos por mí, como Calvino o Cortázar, para reconocer técnicas narrativas con las que contar a la hora de escribir. Hacen un acercamiento, en el sentido no dogmático, desde la educación no formal, haciendo fácil lenguajes que muchas veces tienen que ver con las vanguardias artísticas más exquisitas y, a veces, distantes. Hacen que estas literaturas se puedan ver como parte del mundo.
Hasta hace poco estos talleres de escritura y las catas literarias -que consisten en conocer a un autor a través de la lectura de textos suyos, probando fragmentos de su obra, un bocadito para ver qué nos parece- los llevaban a cabo en su sede en Sevilla Este, en librerías como la extravagante o en la Biblioteca Pública. Aunque siguen siendo portátiles, desde octubre ya tienen una casa para realizar sus talleres en ese local del Muro de los Navarros. Precisamente es un cuento de uno de esos autores que gustan de comentar, Julio Cortázar, el que da nombre a este espacio que es también tienda, Casa Tomada -pinchad aquí para ver su web, hay más cosas de las que digo. Si os pasáis por allí, lo cual recomiendo por si no tenéis muy claro todavía algún regalito para Reyes, veréis una magnífica máquina de escribir Underwood. Me encantó saber que pertenecía al dueño del local cuando todavía era un concesionario. De alguna manera, ya estaba allí, era parte del lugar, de la propia zona, como ahora también lo es Casa Tomada.
El escaparate de Casa Tomada, con la Underwood |
El Muro de los Navarros, la Puerta Osario, es una parte del casco antiguo a la que le tengo por lo demás especial cariño por ser una de las primeras zonas donde viví en la ciudad, lo que me lleva a pensar si el salto atrás en el tiempo del que hablé es algo más personal de lo que pudiera parecer. Lo cierto es que desde que me mudé a otras zonas dejé de frecuentar esta. Me alegra poder acercarme por aquí de nuevo, no tanto por nostalgia sino por los buenos motivos que supone este espacio.
Por los cambios, proyectos, pre-proyectos, feliz año nuevo a todos y todas.
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