En Roma. Foto: Cristo Ramírez |
... corredores de sombras...
El título de la entrada está tomado de un poema de José Ángel Valente. Es un autor al que gusta leer la persona que motiva esta entrada, con la que he compartido muchos años de mi vida y que ha supuesto siempre un fantástico compañero para caminar precisamente entre luces y sombras. Su presencia en este blog siempre ha sido muy evidente -algunas de las entradas son directa o indirectamente producto de conversaciones o lecturas compartidas con él- pero siempre de forma lateral. Con el pretexto de una exposición fotográfica que ha hecho sobre la ciudad donde ha vivido los últimos años y de la que se ha ido recientemente, me he decidido a hablar directamente de él, de su trabajo. Eso, y la intensa lluvia que hoy cae y que tanto le gusta. Un poco también, claro, de fotografía, porque si hablo de Cristo Ramírez, al final tendremos que hablar bastante de fotos.
El título de la entrada está tomado de un poema de José Ángel Valente. Es un autor al que gusta leer la persona que motiva esta entrada, con la que he compartido muchos años de mi vida y que ha supuesto siempre un fantástico compañero para caminar precisamente entre luces y sombras. Su presencia en este blog siempre ha sido muy evidente -algunas de las entradas son directa o indirectamente producto de conversaciones o lecturas compartidas con él- pero siempre de forma lateral. Con el pretexto de una exposición fotográfica que ha hecho sobre la ciudad donde ha vivido los últimos años y de la que se ha ido recientemente, me he decidido a hablar directamente de él, de su trabajo. Eso, y la intensa lluvia que hoy cae y que tanto le gusta. Un poco también, claro, de fotografía, porque si hablo de Cristo Ramírez, al final tendremos que hablar bastante de fotos.
Cristo Ramírez. Foto: Pedro Reig |
Recuerdo cuando nos volvimos a ver después de un tiempo en Dunkerque. ¿Qué es Dunkerque? Es un ciudad francesa fronteriza, limitando por tierra con Bélgica y por mar con Inglaterra, un extraño por lo poco transitado cruce de caminos de esa zona de Europa. En cierto sentido, y según quién lo cuente, puede ser considerado un "culo del mundo". Cristo estaba allí ejerciendo un lectorado de español cuando fui desde Alemania -era el año 2004-2005, por entonces yo vivía en ese país- a visitarle una semana, esperando el consabido reencuentro de amigos sureños en tierras extranjeras. En principio el lugar no importaba, lo pasamos bien. A su vez, después de bastante tiempo sin vernos y con la circunstancia de poder pasar mucho juntos, nos contamos las novedades. Descubrí, no tanto por lo que contaba, sino por lo que de manera natural hacía, cómo mi amigo había adquirido la costumbre de hacer fotos. Me enseñó entonces Dunkerque, sí, pero también su mirada del lugar, las fotos que de él iba haciendo.
Poco a poco, el entorno, que de primeras no es no es de esos con encanto que te dejan huella en el corazón, fue adquiriendo nuevos matices. La presencia de un mar portuario, las historias de la Segunda Guerra Mundial que por allí pululan, le iban dando un cierto aire nostálgico al lugar, a veces desesperado y trágico, otras amable y reflexivo, que Cristo sabía recoger muy bien en sus fotos. Una de sus fotos en Dunkerque sería de hecho portada de Hasta que la soledad nos separe, disco de Úrsula -el anterior grupo de David Cordero, del que por cierto Cristo había formado parte años atrás-, en una imagen que me parece un anuncio perfecto de lo que se va a escuchar en el interior. Entendía así que mi amigo había adquirido no solo una costumbre, sino un compromiso con la creatividad, en este caso con la forma de la fotografía.
Poco a poco, el entorno, que de primeras no es no es de esos con encanto que te dejan huella en el corazón, fue adquiriendo nuevos matices. La presencia de un mar portuario, las historias de la Segunda Guerra Mundial que por allí pululan, le iban dando un cierto aire nostálgico al lugar, a veces desesperado y trágico, otras amable y reflexivo, que Cristo sabía recoger muy bien en sus fotos. Una de sus fotos en Dunkerque sería de hecho portada de Hasta que la soledad nos separe, disco de Úrsula -el anterior grupo de David Cordero, del que por cierto Cristo había formado parte años atrás-, en una imagen que me parece un anuncio perfecto de lo que se va a escuchar en el interior. Entendía así que mi amigo había adquirido no solo una costumbre, sino un compromiso con la creatividad, en este caso con la forma de la fotografía.
Úrsula, Hasta que la soledad nos separe. Foto: Cristo Ramírez. |
Después vino Valencia, donde también coincidí con él, finalmente Sevilla, ciudad en la que, como he dicho, ha estado viviendo hasta hace poco. En ellas continuó haciendo fotos, ya no solo de lugares y ambientes, también de personas, que él no deja de ver como emanaciones del mismo lugar, un poco como manifestaciones humanas del genius loci del que hablaban los románticos. Las fotos son casi siempre en blanco y negro; me divierte pensar que esa preferencia por el blanco y negro se lo dio la estancia en Dunkerque. Su persistente cielo plomizo.
"Fotografío para no olvidar, para no olvidarme, para luchar contra el paso -y el peso- del tiempo y sus consecuencias, para seguir aprendiendo, para saber dónde estoy y dónde estuve, para permitirme el lujo de dudar y de cuestionarme, para crecer y perderme, para habitar en las costuras del tiempo, para vivir al fin y al cabo..."
- Cristo Ramírez-
La exposición que ha inaugurado en Cáceres ahonda en la relación entre las personas y el entorno en el que habitan. La referencia a "Los americanos" de su -y mi- admirado Walker Evans es evidente e intencionada ya en el título de Los sevillanos. Cristo mismo presenta muy bien la muestra, si queréis leerlo solo tenéis que hacer click aquí. Todo esto me produce una gran alegría, me explico: que lo que ya es el trabajo de alguien pueda ser visto por otras personas. Y que ese trabajo despierte emociones y reflexión. Sus fotos dejan muy bien entrever esas costuras de las que habla, los huecos de realidad a través de los cuales podemos colarnos para explorar y explorarnos en lo que creo desvela un deseo de introspección, de usar el mundo como un espejo para conocerse... pero eso es ya interpretación.
Unos sevillanos de Cristo Ramírez |
Gracias.